Eres el aire que respiro. La libertad.

Maria Subirá Royo

2/22/20242 min leer

Cómo decía Eric Fromm en su libro de "el miedo a la libertad'. La libertad nos acerca a la incertidumbre, a la soledad y por eso tenemos la tentación de adaptarnos al entorno para encajar.

Qué curioso: tememos lo que amamos. Y no somos conscientes. Pero, si traspasamos en algún momento esa barrera, la realidad es que la amamos, sin fisuras: la libertad.

Un ejercicio que me gusta mucho, dentro de todo este nuevo momento que vivimos por fortuna, del mindfulness, la meditación, el crecimiento personal, y esa riqueza que nos rodea. Es el simple ser consciente de sentir el aire entrar y salir por nuestra nariz. Tan sencillo. Respirar.

Ello, siempre evoca en mí a mi querido Eduard, ese niño pequeño que vivía dentro de una sonrisa. Ha sido mi maestro, mi mayor aventura. Eduard cuando salía a calle, lo primero que hacía con su nariz era oler el aire, repetidamente. Quería conocerlo, identificarlo, saborearlo. Sentirlo. Cada vez que nos preparábamos para ir de paseo, bien abrigado o no, según el tiempo. El sacaba primero su nariz, para rastrear el aire. No sé, si verificaba sensaciones de salidas anteriores. Es como oler un perfume, ese algo sutil y agradable. Todavía no caminaba. Era muy pequeño, pero su atracción por es soplo de aire, era pura curiosidad. ¿Quién huele el aire que respira? ¿Quién olfatea el aire con grandes inspiraciones, y mueve su cabeza de lado a lado, para comprobar su consistencia en diferentes puntos del espacio? Eduard parecía un gourmet. Creo que finalmente, después de grandes degustaciones, de ese placer que reflejaba su cara, al respirar, llegó a algunas conclusiones. El aire era vida. Y creció un poco. Podía caminar y explorar como todos los niños a su edad. Pero cuando salía a la calle, abría sus brazos y extendidos se entregaba a una carrera sintiendo el aire en su cuerpo, era la expresión de la libertad pura. Su cuerpo entregado a la experiencia y una sonrisa abierta, plena. La felicidad en sí misma.

Ese aire que compartimos todos, sin fronteras, en abundancia, sin ser conscientes. Ese aire de libertad se descubre, después de la carencia. Está al alcance de todos, pero unos pocos son conscientes.

Eduard, estaba movido a una consciencia desde una carencia temprana, pero no determinante. No somos nuestras circunstancias, ellas nos construyen. Nos muestran quienes somos. Eduard se rebeló en ser libertad plena. Con entusiasmo ante la vida.

Las carencias se pueden transformar en presencias. Que se confirman con la experiencia y la comprobación constante, hasta que se hace nuestra en la piel o se graba en el alma.

Ese acercarnos a nuestro cuerpo, sentir el aire, la respiración consciente que nos lleva a comprobar que estamos en ese mismo momento en nosotros y con los otros, nos confirma en una pequeña estación de quietud. Con esa confianza, podemos según nuestras señales internas, decidir actuar.

Como dice Eric Fromm:

“Cuando uno logra vivir, ya no de manera compulsiva, o automática, sino espontáneamente, entonces sus dudas desaparecen. Es consciente de sí mismo como individuo activo y creador y se da cuenta de que sólo existe un significado de la vida: el acto mismo de vivir"